Un beso es la caricia del alma.
A veces tengo la sensación cuando despierto de que lo hago abrazado a
ti, y lo primero que siento son tus besos en mis mejillas. Quiero
pensar que en algún lugar de tu corazón, los guardas, y tal
vez el recuerdo de esa caricia del beso no se te difumine en tu
memoria.
¡¡Cuantos besos fueron!!, no habría respuesta. Ante situaciones de
felicidad, de alegría, de curiosidad, incluso de dificultad, los besos
formaban parte de nuestra relación de forma
contínua. Y me siento muy orgulloso de ello, porque durante toda tu infancia fue así.
Guardo tus besos como un tesoro, pues los besos de la infancia son
libres, solo se ofrecen a quienes se quiere. Son un acto de intimidad,
personal, no social; por lo tanto estabas expresando
sentimientos hijo mío, desde muy muy pequeño.
Ahora me queda lanzar al aire besos ocultos, para que vuelen cual
mariposas silenciosas e invisibles allá donde tú estés. Conectados como
lo estamos por el mismo espacio y tiempo, reduciendo
nuestra distancia un mera imposición fuera de nuestro lugar del
sentimiento. Por lo tanto, las mariposas llegarán a ti, y de alguna
forma tus besos robados volverán a ser partícipes algún día de
todo lo que nos quisimos.
Gracias por todos esos besos libres que me ofreciste, el papá no olvida “ninguno” de ellos.
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