Hola cariño, desde la imaginación. Hoy te traigo una historia que me contaron, que no es alegre, pero si será algún día muy pedagógica para entenderte y reflexionarte, en esos momentos que te harán ser mejor persona, de ello estoy convencido.
Es
una narración de una historia -cuyo parecido con cualquier realidad
es pura
coincidencia-. Solo se que me la contó un padre llamado "Yomismo" a
quién apenas conocí hasta hoy, pero tal vez tú llegues a conocer algún
día. La imagen también me la facilitó dicho padre, y es
una "metáfora", no es real, que significa el contenido de lo que ese
padre me relató.
Esto
es lo que me contó ese padre sobre lo que sentía su hijo, sobre lo que
omito el nombre y
situaciones físicas o de localización, más que nada hijo mío, para
que no se confunda con algún tipo de realidad. Y pongo entre comillado
sus palabras porque así me las envió y así las
leí:
"Decisiones
de mamá fuera de todo amor,
generando miedo a mi libertad infantil, persiguiendo el vínculo con
mi padre para acotarlo en un principio, controlarlo después y acabar
destruyéndolo...Ni antes ni después de la separación de
mis padres hubo amor por mi mamá, ni antes ni después hubo respeto a
la conexión con mi papá.
Mamá creó el clima de conflicto, encendió el fuego de la destrucción, nunca compartió
conmigo, su hijo, los sentimientos verdaderos hacia papá.
Prefería
llevarme indecente al cole, con calzado roto, mochila sucia, sin duchar
ni lavar
para hacer padecer a papá. Siempre dentro de lo legal, pero siempre
inmoral. Me dolia mucho y no podia decirlo, solo acostumbrarme.
Sabía
que mi papá nunca abusó sexualmente de mi, sabía que no me pegaba,
sabía que
quitándome el móvil e impidiendo las llamadas de papá iba limando su
moral, y yo tenía que acostumbrarme. Sabía que la Justicia no la
reprobaría, ella siempre ganaba. Mamá usaba su poder y su
conocimiento para dañar. Nunca dudó al hacerlo.
Perseguía a Papá hablando mal de él en su trabajo, con sus amigos, violando la intimidad
de sus correos, robándole en su propia casa.
Se
asociaba con cualquiera que no quisiese a Papá, le controlaba en las
redes sociales, le
perseguía con el coche, promovia que mi abuelo materno pegara a papá
delante de mí, provocaba trifulcas en el colegio porque no quería que
papá fuese a verme, denunciaba de forma compulsiva a
papi. Vivía una mentira y me la hacía vivir a mi.
Nadie
me ayudaba. Yo no podía resolverlo. Pensaba que yo era culpable. Papá
nunca me pegó
para separarme de mamá, pero tuve que imaginar que SÍ, para que no
me tuviesen encerrado como un preso. Porque así creía que podría ser
algo Feliz. Así me soltarían de una cárcel de niños donde
me encerraron.
Tenía
que aceptar que no tenía papá ni nadie que me hiciese recordarle,
aunque fuesen
hermanos, abuelos, tíos, primos, amigos, y una tierra que me vio
nacer. Tenía que apartar mi confusión, tenía que sentir paz. Era
demasiado pequeño para decir lo que de verdad pasó y quería. Mi
mamá no me hubiese permitido hacerlo.
Pensaba
que ya sin papá, podía perder también a mamá si decía la verdad, y con
ella
desaparecía todo mi mundo, la mitad ya lo había perdido. No tuve más
remedio que decir lo que mamá esperaba de mí, aunque no fuese verdad.
Después de hacerlo, de ayudar a mamá a su plan para
apartar a papá de mí, me llenaron la cabeza de falsos recuerdos, y
yo los creía para así salvarme del naufragio en que se había convertido
el alma de mi mamá. O le hacía caso o no sobreviviría, y
me quedaría solo, encerrado en una cárcel con gente extraña.
Llegué
a ser solo la mitad de mi alma, pero decían que me veían feliz. Aprendí
a
disimular, aparentar ser un niño como los demás. Yo mismo me
autoconvencía de que era así. Pero no sabían que había perdido la mitad
de mi ser. Ellos no se daban cuenta de que solo mostraba
medias sonrisas, medias miradas, medias ilusiones.
Aunque
olvide a papá, noté un peso dentro de mí, que entonces no supe lo que
era, más
cuando mis propios recuerdos siempre me engañaron. Nunca fuí libre
para ser sincero, y recordar falsedades me ayudaba a poder vivir pero
sin la libertad para amar. No confiaba en mí, no me
estimaba. Por eso...mi historia de pesadillas aún solo que acababa
de empezar...la historia continuaría...".
Y así terminó dicho relato, cuyo autor me ha prometido que continuará dándome detalles. Espero
que en un futuro más o menos lejano, sirva como aprendizaje para ese chavalín tan hermoso en que te habrás convertido.
Te ama, papá.
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