15/1/17

2. Recuerdos futuros de un Niño Alienado



Hola cariño, desde la imaginación. Hoy te traigo una historia que me contaron, que no es alegre, pero si será algún día muy pedagógica para entenderte y reflexionarte, en esos momentos que te harán ser mejor persona, de ello estoy convencido.
 
Es una narración de una historia -cuyo parecido con cualquier realidad es pura coincidencia-. Solo se que me la contó un padre llamado "Yomismo" a quién apenas conocí hasta hoy, pero tal vez tú llegues a conocer algún día. La imagen también me la facilitó dicho padre, y es una "metáfora", no es real, que significa el contenido de lo que ese padre me relató.

Esto es lo que me contó ese padre sobre lo que sentía su hijo, sobre lo que omito el nombre y situaciones físicas o de localización, más que nada hijo mío, para que no se confunda con algún tipo de realidad. Y pongo entre comillado sus palabras porque así me las envió y así las leí:
 
"Decisiones de mamá fuera de todo amor, generando miedo a mi libertad infantil, persiguiendo el vínculo con mi padre para acotarlo en un principio, controlarlo después y acabar destruyéndolo...Ni antes ni después de la separación de mis padres hubo amor por mi mamá, ni antes ni después hubo respeto a la conexión con mi papá.
 
Mamá creó el clima de conflicto, encendió el fuego de la destrucción, nunca compartió conmigo, su hijo, los sentimientos verdaderos hacia papá.
 
Prefería llevarme indecente al cole, con calzado roto, mochila sucia, sin duchar ni lavar para hacer padecer a papá. Siempre dentro de lo legal, pero siempre inmoral. Me dolia mucho y no podia decirlo, solo acostumbrarme.
 
Sabía que mi papá nunca abusó sexualmente de mi, sabía que no me pegaba, sabía que quitándome el móvil e impidiendo las llamadas de papá iba limando su moral, y yo tenía que acostumbrarme. Sabía que la Justicia no la reprobaría, ella siempre ganaba. Mamá usaba su poder y su conocimiento para dañar. Nunca dudó al hacerlo.
 
Perseguía a Papá hablando mal de él en su trabajo, con sus amigos, violando la intimidad de sus correos, robándole en su propia casa.
 
Se asociaba con cualquiera que no quisiese a Papá, le controlaba en las redes sociales, le perseguía con el coche, promovia que mi abuelo materno pegara a papá delante de mí, provocaba trifulcas en el colegio porque no quería que papá fuese a verme, denunciaba de forma compulsiva a papi. Vivía una mentira y me la hacía vivir a mi.
 
Nadie me ayudaba. Yo no podía resolverlo. Pensaba que yo era culpable. Papá nunca me pegó para separarme de mamá, pero tuve que imaginar que SÍ, para que no me tuviesen encerrado como un preso. Porque así creía que podría ser algo Feliz. Así me soltarían de una cárcel de niños donde me encerraron.
 
Tenía que aceptar que no tenía papá ni nadie que me hiciese recordarle, aunque fuesen hermanos, abuelos, tíos, primos, amigos, y una tierra que me vio nacer. Tenía que apartar mi confusión, tenía que sentir paz. Era demasiado pequeño para decir lo que de verdad pasó y quería. Mi mamá no me hubiese permitido hacerlo.
 
Pensaba que ya sin papá, podía perder también a mamá si decía la verdad, y con ella desaparecía todo mi mundo, la mitad ya lo había perdido. No tuve más remedio que decir lo que mamá esperaba de mí, aunque no fuese verdad. Después de hacerlo, de ayudar a mamá a su plan para apartar a papá de mí, me llenaron la cabeza de falsos recuerdos, y yo los creía para así salvarme del naufragio en que se había convertido el alma de mi mamá. O le hacía caso o no sobreviviría, y me quedaría solo, encerrado en una cárcel con gente extraña.
 
Llegué a ser solo la mitad de mi alma, pero decían que me veían feliz. Aprendí a disimular, aparentar ser un niño como los demás. Yo mismo me autoconvencía de que era así. Pero no sabían que había perdido la mitad de mi ser. Ellos no se daban cuenta de que solo mostraba medias sonrisas, medias miradas, medias ilusiones.
 
Aunque olvide a papá, noté un peso dentro de mí, que entonces no supe lo que era, más cuando mis propios recuerdos siempre me engañaron. Nunca fuí libre para ser sincero, y recordar falsedades me ayudaba a poder vivir pero sin la libertad para amar. No confiaba en mí, no me estimaba. Por eso...mi historia de pesadillas aún solo que acababa de empezar...la historia continuaría...".
 
Y así terminó dicho relato, cuyo autor me ha prometido que continuará dándome detalles. Espero que en un futuro más o menos lejano, sirva como aprendizaje para ese chavalín tan hermoso en que te habrás convertido.
 
 
Te ama, papá.

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