Estos días se ha producido una escenificación mediática, al estilo “Gran Hermano”, del Juicio por denuncia de agresión sexual a una joven estando en las fiestas de los San Fermines del 2016. Presuntamente, y según indica la denuncia, la chica se sintió forzada a mantener relaciones sexuales con cinco jóvenes, que supuestamente abusaron de su libertad de decisión y se hizo en forma tipificada por el código penal de agresión sexual.
Dada
dicha situación que he descrito, personalmente tenía la intención de no
pronunciarme
sobre la información conocida, y esperar a que la Justicia
dictaminase -de acuerdo a las leyes vigentes- un sentencia culpando o
exonerando a las personas denunciadas, considerando los hechos
probados una vez hubiesen examinado las pruebas médicas, forenses,
físicas y testificales, especialmente la de la denunciante. Pero, al ver
y leer las manifestaciones promocionadas por distintos
medios de comunicación y colectivos feministas, así mismo los muchos
escritos que se han escenificado en las redes sociales, considero
pertinente hacer un breve análisis de la situación:
El
día 18 de Noviembre del 2017 se convocan en varias localidades
españolas, manifestaciones
lideradas por grupos feministas teóricamente en apoyo a la chica
denunciante. Y al conocerlo me planteé una primera pregunta: ¿cual era
exactamente el apoyo que le iban a dar?. Entonces visioné
distintos programas televisivos, incluidos los más cercanos a la
Ideología de Género, como “la Sexta”, y leí varios artículos como los
que se escribieron en “Confilegal”, y me di cuenta que lo
que en principio se decía que era un apoyo social y moral hacia una
chica que había denunciado sufrir una brutal violación, se había
convertido en un alegato feminista contra lo que denominan la
“Violencia Machista”.
Pero
sobre todo fui testigo de un feroz ataque contra la institución
judicial que está
valorando los hechos denunciados. Entre las pancartas de las
manifestaciones se leían eslóganes que decían: "Los Jueces están
VIOLANDO la Justicia”, “Justicia Machista y Corrupta”, y en ese tono,
varias pancartas… que me daban a entender que la cuestión del
“supuesto apoyo” era solo la punta de un iceberg, puesto que la
pretensión era de mayor calado: se trataba de una presión social
extrema contra cualquier signo de analizar la denuncia que no fuese
la de culpabilizar a los chicos, y con ello, usar esta “presunta
violación” como un ejemplo más de la beligerancia machista
sobre las mujeres.
Leyendo
en las redes sociales –facebook y twitter especialmente- me encontré
con ataques
tremebundos a los denunciados, hasta el punto que muchas personas
les propinaban no solo los más radicales insultos, sino les deseaban la
castración, y acciones incluso más extremas. Más aún,
grupos de redes sociales organizados por la Policía (policía.es),
etiquetaban esta acción condenando la presunta violación, y aquellos que
nos cuestionábamos el hecho de prejuzgar los
acontecimientos, éramos borrados. Y así ocurría en muchos grupos y
perfiles particulares de amistades de facebook.
Seguía
barruntando que la cuestión de fondo iba mucho más allá de la mera
valoración o
libertad de expresión, de lo que en principio era una supuesta
"agresión sexual". Se percibía un clima de alarma social,
cuasi-violento, muy agresivo en las formas y en el uso del lenguaje, que
implicaba un rechazo, un ataque y finalmente una condena a los
hechos –cometidos o no- presuntamente realizados por los chavales
denunciados; y se aprovechaba el clima social para manifestarse
contra el “patriarcado judicial y social”.
Repasando
los conocimientos básicos que dispongo de la Justicia y la Ley en este
país, que
teóricamente deberían de aplicarse en cualquier procedimiento
judicial: Presunción de Inocencia, Derecho a Defenderse y Derecho a un
Juicio Justo; llegué a la conclusión que lo ocurrido en estos
días en las redes sociales tropieza de inmediato con la
implementación de estos tres derechos básicos que nuestra democracia nos
concede para un Juicio con garantías:
1. Presunción de Inocencia, pasa
a ser una mera expresión simbólica en manos de los manifestantes tanto
en medios de comunicación,
redes sociales como en la calle. No se hacen preguntas, ni si quiera
plantean dudas. Se alude a pancartas como “Yo te creo”, “basta de
Violaciones”, “No es No”, “Los Jueces VIOLAN la Justicia”,
etc… todo lo que indica que
los 5 acusados no tienen la mínima presunción de inocencia. A nivel
social se intenta presionar el poder judicial, para
que ni se les ocurra no seguir el mandato de las calles y las redes
sociales. Al fin y al cabo los jueces son personas, y por lo tanto
influibles.
2. El Derecho a Defenderse, cae
en saco roto desde el momento en
que las pruebas y la interpretación de las mismas que esgrime la
defensa se han filtrado por los medios de comunicación. Dichas defensa
es criticada no solo por la plebe o jauría feminista en
manifestación, sino por políticos, e importantes líderes de opinión.
¿Quién osa victimizar más a la denunciante?, ¿cómo se puede indagar en
su vida privada?, ¿es que una mujer violada no tiene
derecho a rehacer su vida sin ser analizado su comportamiento?. Son
expresiones que nos dan a entender que la denunciante debe estar, no
solo protegida, sino herméticamente cerrada a cualquier
posibilidad de que se analice si el estrés postraumático que dicen
que sufre fue realmente posterior a la supuesta violación, y si éste es
verificable o no lo es. No se debe de entremeter nadie
en su vida privada, ni pasada ni futura, y por lo tanto, el derecho a
Defensa se termina aquí y ahora.
3. El Derecho a Juicio Justo,
sería como decir en este caso que los Jueces tuviesen los ojos cerrados
y sin escuchar tonos de voz
alguna, ceñirse exclusivamente a las pruebas, los hechos y la
verificación de las testificales. Así, aunque la ley diga que para
valorar como Prueba el testimonio de la denunciante como veraz, es
necesario que no haya motivos espurios que enturbien la credibilidad
del testimonio, que sus manifestaciones sean consistentes en el tiempo
sin variaciones y que haya datos objetivos que
corroboren su versión; este análisis jurídico deja de tener
importancia, porque lo que la plebe busca es un auto de culpabilidad, y
no interesa que se sea riguroso en el análisis del
testimonio.
Sin
embargo, y a pesar de todo lo que diga una mayoría social que grita
“¡¡condena!!”, ya se
han perfilado en informaciones filtradas muchas contradicciones en
la joven denunciante, y también se ha conocido que se encontraba en
estado de embriaguez, por lo que su voluntad en ese momento
podría ser contraria (o no) a si estuviese sobria. Y ¡ojo!, no
quiero decir con lo dicho que el estar ebria da derecho a nadie a
violar, pero tampoco a que los acusados tuviesen que ser
psicólogos forenses a la hora de iniciar una relación sexual, o
adivinos psíquicos para saber si la voluntad en estado de sobriedad
motivaba -o no- a tener sexo a la denunciante.
Es decir, “si la chica estaba borracha, cabría por
ejemplo la posibilidad de querer en ese momento tener relaciones
sexuales, pero tal vez después se arrepintió, y ¿se avergonzaba de lo
que había hecho?”. Por
otro lado, si la denunciante “manifiesta varias versiones con
contradicciones de fondo importantes”, “si existen imágenes en video que
dan constancia de consentimiento”, ¿qué hacen las jueces
señores y señoras?. Les avanzo que en dicho escenario, ¡ni se lo
ocurra al juez valorarla como creible la hipótesis del consentimiento en
ebriedad!, porque según la plebe manifestante: ¡se está
maltratando a la víctima!, ¡hay que creerla sí o sí!.
Sin embargo si los Jueces actuasen haciendo valer como válida y creible toda prueba
que inculpe a los acusados,
como piden los “opinadores sociales” -aquellos que se arrogan la
capacidad de expresar no solo su opinión sino su JUICIO,
o prejuicio-, en el caso de este ejemplo que pongo a continuación,
resultaría que habría 5 chicos en la cárcel. Veamos el ejemplo:
http://www.diariosur.es/malaga-capital/201409/17/fiscal-pide-imputar-denunciados-20140916220919.html
En el caso del enlace a la noticia del Diario Sur, la joven denunciante, que había realizado
la acusación casualmente sobre cinco jóvenes en la Feria de Málaga del 2014, lo
hizo porque se sintió avergonzada de que las relaciones sexuales que
mantuvo con esos chavales –que fueron consentidas y en libertad-
pudiesen verse por las redes sociales en formato vídeo. Se sentía
avergonzada, lo cual era un motivo espurio que contaminaba el
relato de credibilidad de la denunciante. Había un informe forense
que en principio le daba credibilidad, pero gracias a que la denunciante
se derrumbó psicológicamente dadas las tremendas
consecuencias de su denuncia, reconoció que había realizado no solo
UNA, sino CINCO denuncias falsas, porque 5 habían sido los afectados. Si
se hubiese hecho caso ese año a las peticiones
públicas y manifestaciones de la plebe, los chavales de Málaga
estarían hoy en la cárcel y para muchos años, e incluso con peticiones
de Castración Química como en este caso también se dieron.
¿Qué dicen ahora aquellas personas que le acusaron con prejuicio y
sin ninguna consideración al protocolo de un juicio justo que tuvo en
cuenta la presunción de inocencia y el derecho a una
defensa justa?. Os lo digo yo, callados, y no pasa nada. Lo
importante para la jauría profeminista es generar una corriente social a
favor de la ideología de género y criminalizar al varón,
independientemente de las consecuencias colaterales de tal acto. Si
con éstos chicos no funcionó, lo harán con otros.
Otra
cuestión que se cuestiona en las redes y en las manifestaciones
públicas es ¡como alguien
puede creer a CINCO machotes, grandotes, fuertes, contra la palabra
de una pobre y débil mujer!. No seré yo quien les compare en fuerza
física, pero si diré que hoy en día la tipología de
relaciones sexuales que la gente joven (y no tan joven) realiza
libremente sobrepasa las expectativas, quizás, de muchas personas que
han atacado la brusquedad con la que supuestamente se
produjeron los actos sexuales entre la chica y los 5 investigados.
Mirad
sino estas imágenes que os paso en el siguiente enlace, que no buscan
morbo sexual
alguno, sino ejemplificar y hacer entender que las manifestaciones
sexuales de la modernidad son plurales y diversas, incluso "bruscas", y
no por ello son "agresiones sexuales", pues todas ellas
se aceptan dentro de la Libertad Sexual, les guste o no saberlo a
mucha gente:
Dicho
lo anterior, no es mi intención calificar la denuncia como falsa, pero
tampoco me
otorgaré el mérito de calificarla como verdadera, pues no soy juez,
ni soy parte interesada, ni tengo elementos de prueba, y aquellos que se
filtran por los medios de comunicación social son
interesados e incluso están ideologizados en su interpretación.
La
conclusión a la que llego es que la Justicia en este caso va a tener
una labor muy difícil
para ser realmente ecuánime y equilibrada en la aplicación de la
Ley. ¡O quizás no, si sencillamente se atiene a seguir los
requerimientos de lo políticamente correcto o socialmente
deseable!.
Pero
señoras y señores, la Justicia ni es política ni debería ser deseable,
sino fiel a la ley
y a un procedimiento judicial "justo", donde se ampare el derecho a
la defensa y la presunción de inocencia, sin dañar a la denunciante y
protegiendo igualmente sus derechos. Y eso, amigos míos,
va a ser muy difícil en esta sociedad que se está “feudalizando”, en
el sentido que vivimos tiempos de inquisición ideológica similares a
tiempos del medievo, y todo lo que enturbie los
postulados de la ideología de género, es considerado como ruin y no
válido; en otras palabras, utilizando el lenguaje de género: machista,
patriarcal y ostensible de ser destruido.
Dejando
de lado cualquier noción ideológica, los Jueces -desde la ley y la independencia- deberían valorar los
argumentos de la defensa, así como los de la acusación, ponderando
racionalmente
los hechos probados para dictar una sentencia justa. Tal vez esta
versión de la defensa, y que aporto en el enlace que copiaré a
continuación, pueda ser igual de verosímil como el que otros prejuzgan
favorecionedo la versión de la denunciante. Los jueces, sin embargo,
deberían analizar detalladamente ambas versiones, porque los papeles de
víctima o de acusados la historia judicial ha venido
demostrando que no siempre coinciden con los roles que los implicados
desempeñaron en la realidad:
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