19/1/18

8. ¿Perdonar a falsas denunciantes?



¿PERDONAR ANTE LAS FALSAS DENUNCIAS USANDO A UN HIJO?
 
Así como nadie está libre de sufrir un terrible accidente o padecer una grave enfermedad, tampoco nadie está libre de ser víctima de una falsa acusación que te aleja de un hijo por el que darías la vida.
 
En medio de la FALSA ACUSACIÓN de tantas personas insanas y perversas que habitan este mundo, cualquiera puede ser alcanzado y ensuciado en el momento menos pensado.

Hasta padecerlo en la propia piel, nadie sabe cuánto se sufre al ser acusado injustamente por algo que NO se ha hecho y que, además, quien acusa o a quién se instrumentaliza para acusar también saben perfectamente que nunca ocurrió aquello que han difundido falsamente.
 
Quien atravesó una situación así sabe que al principio el efecto sorpresa te golpea, después aparece con fuerza el dolor y la impotencia, para terminar prevaleciendo la más severa indignación. Hasta que sientes la resiliencia y la fuerza necesaria para luchar por hacer justicia; nivel al que no pueden llegar todos los afectados por las Falsas Denuncias.
 
El sentimiento de dolor crecerá hasta límites inimaginables si se trata de una acusación por conducta aberrante, como son las Falsas Denuncias de ABUSO SEXUAL. Todo lo abominable del comportamiento dolosamente imputado agiganta la indignación ante la injusticia.
 
Injusticia que se cobra varias víctimas, además de la persona directa y falsamente acusada. La familia, el trabajo, amistades que observas ahora que no lo eran tanto, e incluso seres virtuales y desconocidos que se divierten con el dolor ajeno.
 
Y en esta situación me he cuestionado varias veces una sencilla pregunta de no fácil contestación: ¿cabe perdonar ante tal infamia?. La respuesta que, al parecer, para muchos es más simple y reiterada es que sí debe perdonarse porque todo debe perdonarse. Por paz, tranquilidad, vivir una nueva vida. Y entiendo que muchos así se expresen, pues incluso yo mismo en un momento determinado del proceso que vivo, llegué a creer posible el perdon.
 
Sin embargo por varias razones, que algún día compartiré en mis memorias, yo sigo pensando ahora que NO se debe y NO se puede perdonar. Entre otros motivos porque el daño de esa injusticia alcanzó a otros y por tanto carezco de derecho para regalar perdones por daños que otros sufrieron.
 
Pero lo más importante, el perdón requiere como condición humana el arrepentimiento sincero y el propósito de enmendar el daño inferido. Sin esas condiciones NO hay perdón que tenga sentido. No sería un perdón humano y real.
 
Por todo ello y por mucho más, reafirmo: NO PUEDO, NO DEBO y NO QUIERO PERDONAR a los adultos que, a sabiendas, dañaron a mi hijos.
 
Papá nunca te olvida. Te amo por siempre. Y llegaré a ti, pase el tiempo que pase.

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