¿PERDONAR ANTE LAS FALSAS DENUNCIAS USANDO A UN HIJO?
Así como nadie está
libre de sufrir un terrible accidente o padecer una grave enfermedad,
tampoco nadie está libre de ser víctima de una falsa
acusación que te aleja de un hijo por el que darías la vida.
En medio de la FALSA
ACUSACIÓN de tantas personas insanas y perversas que habitan este mundo,
cualquiera puede ser alcanzado y ensuciado en el
momento menos pensado.
Hasta padecerlo en la
propia piel, nadie sabe cuánto se sufre al ser acusado injustamente por
algo que NO se ha hecho y que, además, quien acusa o a
quién se instrumentaliza para acusar también saben perfectamente que
nunca ocurrió aquello que han difundido falsamente.
Quien atravesó una
situación así sabe que al principio el efecto sorpresa te golpea,
después aparece con fuerza el dolor y la impotencia, para
terminar prevaleciendo la más severa indignación. Hasta que sientes
la resiliencia y la fuerza necesaria para luchar por hacer justicia;
nivel al que no pueden llegar todos los afectados por las
Falsas Denuncias.
El sentimiento de
dolor crecerá hasta límites inimaginables si se trata de una acusación
por conducta aberrante, como son las Falsas Denuncias de
ABUSO SEXUAL. Todo lo abominable del comportamiento dolosamente
imputado agiganta la indignación ante la injusticia.
Injusticia que se
cobra varias víctimas, además de la persona directa y falsamente
acusada. La familia, el trabajo, amistades que observas ahora que
no lo eran tanto, e incluso seres virtuales y desconocidos que se
divierten con el dolor ajeno.
Y en esta situación
me he cuestionado varias veces una sencilla pregunta de no fácil
contestación: ¿cabe perdonar ante tal infamia?. La respuesta
que, al parecer, para muchos es más simple y reiterada es que sí
debe perdonarse porque todo debe perdonarse. Por paz, tranquilidad,
vivir una nueva vida. Y entiendo que muchos así se expresen,
pues incluso yo mismo en un momento determinado del proceso que
vivo, llegué a creer posible el perdon.
Sin embargo por
varias razones, que algún día compartiré en mis memorias, yo sigo
pensando ahora que NO se debe y NO se puede perdonar. Entre otros
motivos porque el daño de esa injusticia alcanzó a otros y por tanto
carezco de derecho para regalar perdones por daños que otros sufrieron.
Pero lo más
importante, el perdón requiere como condición humana el arrepentimiento
sincero y el propósito de enmendar el daño inferido. Sin esas
condiciones NO hay perdón que tenga sentido. No sería un perdón
humano y real.
Por todo ello y por
mucho más, reafirmo: NO PUEDO, NO DEBO y NO QUIERO PERDONAR a los
adultos que, a sabiendas, dañaron a mi hijos.
Papá nunca te olvida. Te amo por siempre. Y llegaré a ti, pase el tiempo que pase.
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