31/7/18

19. Demoledora sentencia contra la secuestradora y maltratadora Juana Rivas


Esta señora conocida y arropada mediáticamente por el Femenismo fue quién hace un año aproximádamente sustrajo a sus hijos de su domicilio familiar y los alejó de su padre; un acto ruín, el peor maltrato a la infancia, y que ahora ha acabado con una sentencia condenatoria.

Leer la Sentencia del Juez Manuel Piñar es hacer un ejercicio de respeto hacia alguien que ha realizado bien su trabajo y lo ha hecho con la ley en la mano y sin miedo. Sin miedo a la persecución que con total seguridad realizará el Feminismo usando todos los poderes políticos y de presión que tienen a su alcance, incluyendo el propio Gobierno del Estado.
 
 
Según el Juez que dicta la sentencia la sra. Juana Rivas: "explotó la teoría del maltrato como estrategia ventajista para apropiarse de los hijos y alejarlos del padre, contando con una campaña mediática y de organismos públicos 'orquestada' a su favor con la "mal calculada creencia" de que así obtendría ventajas a su favor.
 
 
 
La condenada Juana Rivas fue apoyada por servicios sociales y psicólogas de género para desobedecer los autos judiciales que la obligaron a devolver los hijos al domicilio familiar, cosa que no hizo. Los medios de comunicación alzaron a los altares a una secuestradora prepotente y el feminismo la puso de heroína. Los políticos la llevaron al congreso a dar discursos de "madre coraje", y ahora, tras ser condenada y muy probablemente cuando pierda los recursos, pedirán su indulto.
 
 
Si hubiera sido un hombre quien hubiera secuestrado a sus hijos y burlado de la JUSTICIA como lo hizo Juana Rivas, estarían denigrándolo desde el principio. Sin embargo a esta secuestradora se le han organizado conciertos, campañas de crowfounding, subvenciones públicas, facilitado recursos legales de instituciones públicas, apoyo social y manifestaciones. Todo a favor de una DELINCUENTE y un acto de secuestro deleznable.
 
Pero la realidad y la verdad ha sido otra, y ha venido de la Justicia aplicando las Leyes que ha aprobado el parlamento, ese que ahora critica la sentencia:
 
"El magistrado impone 5 años de cárcel por sustracción de menores y también ha condenado a la madre de Maracena a ser privada de ejercer la patria potestad sobre los niños, de doce y cuatro años, durante un periodo de seis años. Además, deberá indemnizar a Francesco Arcuri en 30.000 euros, y pagará las costas, incluidas las de la acusación".
 
La sentencia es el resultado de una gran verdad razonada con fundamentos jurídicos por un juez íntegro y valiente a quien el perverso negocio de género intentará destruir en favor de la inquisición, la locura y la demencia de género. Por que todo lo que el Juez ha escrito en su sentencia es real y justo punto por punto:
 
"Con ese excesivo celo ideológico de proteger a la mujer, está llevando a quitar la dignidad a determinados varones que son denunciados y sometidos a tediosos y rigurosos procedimientos, que con frecuencia comprenden detención y escarnio público, lo que no hace sino alimentar la violencia, dar un paso atrás en la igualdad ante la ley y en última instancia en el Estado de Derecho".
 
"No es de extrañar que haya personas que traten de aprovecharse de las medidas tuitivas que la legislación pone a disposición de las víctimas de violencia doméstica orquestando para ello falsas denuncias...".
 
"Lo que si es rechazable es el posicionamiento ideológico al que se ha apuntado la Fiscalía General del Estado que está impidiendo la adecuada persecución de algunas falsas denuncias por falsas maltratadas"
 
 
Cuando Juana Rivas siguió malos consejos y decidió que era buena idea no devolver a sus hijos a su padre y a su domicilio familiar, cometió un primer error. Cuando dos meses después de llegar a España presentó una denuncia en una jurisdicción incompetente, a la espera de que se remitiese a Italia, para crear una causa que justificase su decisión, cometió un segundo error. Cuando, tras obtener la custodia de los hijos por el tribunal competente, el padre inició un procedimiento internacional de devolución, que provocó una decisión de un tribunal español, ratificado por una Audiencia Provincial española, sobre la base de un informe psicosocial realizado por peritos españoles, y Juana Rivas decidió no cumplir con la decisión, cometió un tercer error. Cuando reiteradamente desobedeció las órdenes de diferentes tribunales que le daban, una y otra vez, plazo para cumplir, cometió un cuarto, un quinto, un sexto error. Cuando dio el paso de ocultarse con sus hijos, casi durante un mes, cometió un séptimo error.
 
Todos esos errores pudieron deberse a empecinamiento o a malos consejos recibidos. Pero lo más grave es que España se llenó de feministas con el propósito de trasladarle a Juana Rivas la idea de que su causa era la de todos. Esos feministas no eran unos cualesquiera: un presidente del Gobierno, una presidenta de una Comunidad, ministros, diputados, presidentes de partidos, alcaldes, famosos opinadores. Todos ellos decían ser Juana, solidarizarse con Juana y comprender a Juana.
 
Por supuesto, ninguno de ellos sabía, ni sabe, quién es Juana en realidad o qué le pasó. Ni quién es Francesco Arcuri, o quiénes son esos dos niños que primero fueron arrancados del contacto con su padre y más tarde se van a ver privados de su madre.
 
Qué van a saber. Pontifican, pero sobre ideales abstractos construidos usando a Juana, a sus hijos y al monstruoso torturador del que había que salvarlos como arquetipos adecuados para la causa. Todo es bueno para el convento: si Juana logra lo que quiere, el activismo triunfa sobre la justicia patriarcal; si es condenada y tiene que pagar, su sangre regará el patriótico campo de los ideales. En un ejemplo perfecto de derecho penal de autor, lo que menos importaba eran los hechos o las conductas concretas. Importaba que él era un hombre, condenado en el pasado por maltrato, y ella una mujer. Perfecto para los panfletos. Perfecto para una campaña veraniega de televisión y prensa, una borrachera de falso y fatuo sentimentalismo que permitía a millones ponerse del lado correcto a la hora del telediario.
 



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