25/8/18

20. Prosa de un padre que no puede perdonar a quienes dañaron a sus hijos



Nunca culparemos en exclusiva de la alienación y el alejamiento de un hijo a una progenitora. Porque para llevar a la práctica este tipo de Violencia Feminista, la más cruel, es necesario que la progenitora maltratadora disponga de un contexto alienador.
 
Este contexto es la familia materna, la de la progenitora alienadora, amistades, y no nos olvidemos del sistema o red que conforman juzgado, psicólogos, policía y servicios sociales que en mayor o menor medida facilitan a la alienadora el entorno legal y social para poder ejercer su obra perversa de alejar a un hijo de un padre y su entorno, generando odio, rencor e ira construida en la mente del menor alienado.

Tras lo dicho, y ante el sufrimiento y el daño provocado en un hijo, en su padre y entorno parental:
 
“No puedo, no quiero ni debo perdonar...”

Confío y deseo que este mensaje sea bien recibido y bien interpretado. Es una forma de abrir el alma y mostrar cómo se vive una situación tan dolorosa como injusta. Y cada padre que haya sufrido el alejamiento de un hijo, seguro que agradecerá la comprensión, la paciencia y la buena voluntad. Y por ello tomo como mías las palabras de un compañero, para escribirlas en este blog, que no van dirigidas a nadie ni a nada, son sólo un grito de justicia y de esperanza, basado en la más estricta función de la imaginación y la creación artística.
 
…..
 
Más allá del sufrimiento y del daño propio, sabiendo del inmenso daño que le han hecho a la personalidad de un hijo, todo lo que está sufriendo y todo lo que le tocará sufrir en el futuro por las perversas manipulaciones sufridas, entiendo que no se debe perdonar.
 
Dado que un hijo que sufre, es la principal víctima (no única) del pérfido obrar de su entorno alienador, es otra persona diferente y que aprendió a odiar a su entorno paterno, ¿con qué derecho se puede perdonar el gravísimo daño causado?. Además, para que opere el perdón, es necesario que quien ha obrado mal, lo reconozca, se arrepienta sinceramente y enmiende lo mal hecho.

En esta situación, nada de eso está presente. Por todo ello, digo, una vez más:
 




“No puedo, no quiero ni debo perdonar...”
 
 
No puedo ni debo perdonar a quienes tanto daño han hecho, mi bondad no llega a tanto y no tengo derecho a ello.
 
Aún sangran las heridas de corazones deshechos, a causa de una psicópata,  su padre déspota, y cómplices de la perversidad.
 
Se ensañaron con un niño al que han dejado maltrecho, no han tenido piedad ni tienen remordimiento.
 
Muchas lágrimas vertidas, las cicatrices son hondas muy marcadas en el pecho.
 
Habrán de pagar moral y legalmente, no habrá perdón para ellos.
 
La justicia ha de imperar, no quiero dudar de ello, las culpas han de purgar.
 
Que los reciba Satán, si es que existe, por sus diabólicos hechos,
 
¡yo no puedo ni debo perdonar a quienes tanto daño han hecho!.
 
 
--ooOoo--
 
 
Es nada menos que Jesús de Nazaret quien dice, clara y categóricamente:
 
 
“El que se humillare hasta hacerse como un niño de estos, ése será el más grande en el reino de los cielos. Y el que por mí recibiere a un niño como éste, a mí me recibe. Y al que escandalizare a uno de estos pequeños que creen en mí, más le valiera que le colgasen al cuello una piedra de molino y le arrojaran al fondo del mar”.-  
Mateo 18, 4-7

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