Hola cariño, hola Xavi
Como ya sabes el abuelito murió. Pero no desapareció. El sigue en nosotros, en mí y en ti.
Porque nuestro ser físico y mental tiene partes, y muy importantes de él.
Me
gustaría contarte algo muy interesante, que te puede hacer pensar. Se
hicieron
investigaciones con ratones para ver la importancia de la herencia y
el aprendizaje. Podrás creer que todo lo que sabes lo conoces por lo
que has aprendido o te han educado. Y no es así amor mío.
Gracias a esas investigaciones sabemos que mucho de lo que hacemos,
sentimos o somos no lo aprendimos, sino que forma parte del legado de
nuestra familia, y en ella está el abuelito, y está el
papá. Pues bien, en esa investigación con animales que te comentaba,
se pudo comprobar cómo pequeños ratones aprendían el miedo a sonidos al
agitar unas campanillas cuando corrían por un
laberinto. Fueron tantas veces las que los ratones de la
investigación escucharon ese ruido estridente que les producía miedo,
que llegó un momento en que solo verlas ya les inducía al pánico.
Pero lo curioso no es este aprendizaje del miedo a las campanillas
de los ratones, sino que sus herederos, sin haber visto nunca una
campanilla ni haber escuchado su ruido, también les tenían
miedo al verlas. Es decir, habían heredado no solo aspectos físicos
de sus progenitores, sino aspectos mentales y emocionales.
Por
eso tú cariño mío, no solo tienes parte del físico, o el apellido legal
actual, de tu
abuelito y del papá (aunque luego decidieras quitártelo desde tu
libertad porque de alguna manera lo puedes modificar), sino que tienes
parte del pensamiento y de los sentimientos del abuelito y
del papá, y de toda la línea sucesoria del Legado de los Abril, y
eso no se puede evitar, forma parte de nuestra esencia. Por ello el
abuelito, y algún día el papá, cuando desaparezcamos
físicamente, perduraremos en ti de forma invisible.
Los abuelos
y los padres nunca mueren, se vuelven invisibles y duermen para siempre en lo más hondo de nuestro corazón. Dejan huellas en tu alma, legados que te acompañarán de por vida como
semillas de amor imperecedero para
esos días en que nos volveremos invisibles. Y el abuelito ya lo ha
hecho, ha partido a otra esfera espiritual, pero está en ti, desde el
mismo momento que abandonó la dimensión física de la
vida.
El
abuelito que sostuvo tus manos y tú las suyas durante un tiempo, en el
que podía verte y
vivías con él, ahora sostendrá nuestro corazón y espíritu, ahí donde
descansará eternamente ofreciéndonos su luz, su recuerdo y su legado.
El abuelito
no ha muerto, porque está inscrito en tus emociones, de un modo más delicado y profundo que la simple genética física. Te enseñó a ir un poco más despacio y a su ritmo mientras estuviste con él, y ahora te acompaña en tu
propio ser allá donde estés, incluso aunque no los sepas, aunque no lo reconozcas o aunque no lo recuerdes.
Todo
ello perdurará para siempre, y es ahí donde estés en cada momento donde
acontecerá la
auténtica eternidad de tu familia, la de tu abuelito en este
caso. En su afectuoso legado, porque te amó de verdad, y que honrarás
cada día que le recuerdes o incluso, y es lo más
importante, en cada día que vivas los sentimientos que de él viven
en ti.
Te amo cariño, y el abuelito vive en nosotros.
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