31/10/19

38. ¡Qué fácil resulta que una Alienadora separe a un hijo de sus abuelos con la complicidad de psicólogas y juzgado!

Casi 4 años está mi maltratadora impidiendo que se relacionen con uno de mis hijos: unos abuelos paternos -el abuelo ya falleció este año y del que se burló en su muerte- , dos hermanos -uno de apenas 4 años-, una familia y unos amigos

Y lo peor, es que la alienadora utiliza cobardemente como ESCUDO para promover el alejamiento al propio MENOR, hasta que tenga autonomía propia para llegar a ser un maltratador como quien le induce y permite que insulte usando palabras soeces sin sentido, desobedecer órdenes judiciales y del punto de encuentro, y en definitiva faltar el respeto a la autoridad ...por lo que aprende y se acostumbra a vivir sin educación paterna, y los efectos que ello conlleva en su desarrollo. No se trata de una predicción de lo que ocurrirá con mi hijo, sino conocer las consecuencias producto de la suma de conductas de aprendizaje a las que, el ahora menor, se ve sometido por la alienación.

Me separaron de mi hijo en Marzo del año 2016, con una orden de alejamiento para mi hijo mayor y para mí porque a ambos nos acusaban de una supuesta agresión -y la acusación particular de la progenitora nos denunciaba también de un supuesto maltrato continuado hacia mi hijo- producida a principios de Febrero del año 2016. Nos pidieron en el juicio 4 años de prisión, que por supuesto no tuvimos que cumplir porque éramos inocentes y así lo demostramos en el juicio, del que iré dando detalles llegado el momento, con la documentación y los videos pertinentes. Ahora es otro tema el que me incumbe.

Al principio mi hijo Xavi dijo en todos los centros médicos, fiscalía y policía que había sido su madre, pero la policía judicial y servicios sociales no le creyeron, o al menos consideraron en sus informes que debería ser ingresado el niño en un centro de menores de otra localidad de su residencia habitual (concrétamente desde Onteniente donde residía se iría a estar recluído en un centro de menores en Alboraya). 

Como ya he comentado en otros post, el Juez tomó la resolución de recluir a mi hijo en el Centro de Menores de Alboraya en función de un informe hecho de la noche a la mañana -literalmente-, en el que Servicios Sociales de Onteniente proponía el ingreso en el centro de menores, dada la alta conflictividad entre los progenitores -en realidad dada la cantidad exorbitante de denuncias de mi maltratadora-. 

A su vez los Servicios Sociales consideraban que nadie de la familia extensa debería hacerse cargo del niño, diciendo en su informe que conocían a todos los miembros de las familias paterna y materna, y según ellos estaban implicados en el supuesto conflicto. La realidad es que eso era falaz, porque nunca, y digo bien, NUNCA, los Servicios Sociales se entrevistaron ni conocieron directa o indirectamente a mi familia; y por supuesto que estaban cualificados cualquiera de ellos para poder cuidar de mi hijo. La cuestión es que mintieron, y el juez tomó la medida en una vista oral o juicio rápido, y me arrancaron a la fuerza al niño que se agarraba a mis piernas, entre la guardia civil del juzgado y los servicios sociales, y con la complacencia y la alegría de la progenitora de mi hijo, que quería que el niño estuviese en el Centro de Menores antes que con su padre o cualquier otro miembro de la familia.

Casi dos meses estuvo el niño manteniendo que había sido la madre, y como ya conté en un episodio anterior, tuvo que ser la policía junto con el psicólogo del centro (del que hablaré en su momento extensamente) quienes hicieron cambiar la versión de mi hijo, para pasar a culparnos a mi hijo mayor y a mí, y por lo tanto ser considerados acusados e investigados por una supuesta agresión. Y es en ese momento cuando efectuaron la detención de mi hijo mayor -en plena Universidad- y la mía propia, pués durante los dos primeros meses donde la madre era la sospechosa nunca la detuvieron, ni la investigaron, a pesar de que se le geolocalizó su móvil en el lugar de los hechos, y mintió de que no se encontraba allí a esa hora. Pero eso a la policía no le importaba. 

Desde el principio los miembros de la Policía Judicial consideraron la versión de la madre como creible, y que según su declaración debería ser el padre y el hijo mayor quienes habríamos cometido la agresión a mi hijo. Más que creerla, era fe ciega policial, algo que como sabeis resultaría demostrado en juicio que no era cierto, y por ello seríamos absueltos por la juez y por la Audiencia Provincial.

Dado que el desarrollo de lo acontecido ya lo he explicado al hablar de Servicios Sociales y la Policía en anteriores post, y más que lo desarrollaré en posteriores escritos, mostrando la documental que lo contrasta; ahora quiero resaltar lo que sucedió desde que el niño fué otra vez a parar a manos de la progenitora, a partir del quinto mes de haber estado mi hijo en el Centro de Menores, y hasta que  solicitamos para mis padres (los abuelos paternos del menor) y por la vía judicial que pudiran relacionarse a través de un punto de encuentro con su nieto

En aquellos momentos mi padre aún vivía -muy enfermo, pués le restaba apenas menos de un año de vida-, y tanto él como mi madre, que siempre se habían ocupado con cariño de su nieto -pues vivió en Algemesí, lugar de su residencia, durante los 10 primeros años de su vida-, queríán volver a verle ya que no tenían ninguna culpa ni responsabilidad en lo sucedido, aunque la madre siempre ha considerado que también tenían su culpa, cosa falsa ¡por supuesto!.

La vista se celebró, con la asistencia de una perito psicóloga que pedimos nosotros para que diera su opinión. La psicóloga emitió un breve informe en el que venía a decir escuétamente que como el niño se negaba a ver a sus abuelos, y mirando por su interés superior, no deberían ni visitarle




Mi hijo está preparado a decir y hacer ante una psicóloga lo necesario para dramatizar la situación, está entrenado muy bien por la progenitora para otros juicios y procecimientos, es por ello que en este caso hizo un papel muy dramático, definido ni más ni menos como de PÁNICO INFANTIL, lo cual hizo para no ver a sus dos ancianos abuelitos inofensivos, el abuelo en silla de ruedas y la abuela sin apenas poder caminar, y sin embargo esto es lo que dijo la psicóloga:




Lo fuerte es que la resolución del informe de la psicóloga se basó en un criterio fundamental para ella, y es que entre la madre y los abuelos había un conflicto latente:



Es decir, estaba la psicóloga más preocupada por lo que le ocurría a la progenitora que indagar en si lo que el niño decía era verdad o no. 

De hecho, y es normal, no sabía dicha psicóloga si el niño decía o no la verdad, ya que no le pasó ninguna prueba de alienación para ello, y así ella misma lo reconoce:





Mi padre y mi madre fueron a la consulta de la psicóloga, al igual que mi hijo fué con la progenitora. Mi padre fué con silla de ruedas, y era la última vez que salía de casa antes de fallecer, con el esfuerzo de poder expresar su deseo por ver a su nieto, apenas si poder hablar, y siendo traducido simultáneamente por mi madre, que por supuesto mostraba el mismo deseo. El niño cuando fue a la consulta de la psicóloga se escapó por las escaleras haciendo un teatro dramatizado y bien instruido por su progenitora. Y no entró en la consulta hasta que mis padres se marcharon. Allí el niño dijo que no quería ver a mis padres porque ellos me apoyaban, nada más dijo, solo negarse.  




Otra de las excusas que dió el menor, por supuesto inoculadas por la alienadora, fué que si veía a los abuelos ellos le intentarían convencer para que me vieran a mí, y por tanto era una razón para no tener relacion con ellos:





 Y la más evidente prueba de alienación, aunque la psicóloga ni se preocupó por indagarlo en los breves minutos que interactuó con el menor, fué que éste dijo que a su madre no le gustan sus abuelos, y a él tampoco:




No le pasó ni una sola prueba de test de alienación, solo hizo una valoración interpretativa -subjetiva- de lo que le contó el niño, y con ello su opinión fué LEY para el JUZGADO. Así que pagamos a la psicóloga, se celebró el juicio, el juez emitió veredicto que no a las visitas de los abuelitos, y la madre se salió con la suya al tener bajo control todo lo que dijo el niño. 

El resultado de todo ello es que mi padre nunca más pudo ver a su nieto, pués falleció, y mi madre lo va a tener tremendamente complicado dado el nivel extremo de alienación que sufre mi hijo. Recordar que durante el fallecimiento de mi padre, el mismo día del entierro, llamamos a la madre para comunicarle la situación de mi padre a su nieto. La progenitora  no solo decidió no apoyar que el menor puediera despedirse de su abuelo, sino que se burló durante su muerte, y propuso que se me denunciase ese mismo día, con un cinismo fuera del ámbito de la moral y la ética mínima que debe tener una persona integrada socialmente.

Y esta historia no termina aquí, lamentablemente, continúa desarrollándose y así lo haré ver en estos post, en los que al menos no quede en el olvido una realidad que muchos padres sufrimos: la Alienación de nuestros hijos a manos de una Maltratadora, porque separar a un hijo de su padre y de sus abuelos es uno de los más crueles maltratos hacia la infancia.


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