9/12/19

45. Consecuencias de la Alienación que ejercen las madres maltratadoras sobre los niños y el padre alienado




Los efectos del SAP sobre los niños y sobre el padre alejado o alienado pueden ser catalogados como una forma de maltrato o abuso psicológico y emocional (Dr. Douglas Darnall).
 
Los niños, no así el padre alejado, están totalmente indefensos para ayudarse a sí mismos. Sólo les queda esperar que los adultos resuelvan el problema para liberarlos de esta pesadilla. Si la intervención no se produce, el niño queda abandonado y crecerá con pensamientos disfuncionales. 

No es cuestión únicamente de que el niño podría no llegar a establecer jamás una relación positiva con el padre alejado, sino que sus propios procesos de pensamiento han sido interrumpidos y coaccionados hacia patrones patológicos. 

Está ampliamente aceptado que los patrones de maltrato o abuso físico no pueden ser desarraigados hasta que el sujeto no realiza una elección consciente, así encontraremos que los patrones de abuso emocional y psicológico se transmitirán también de generación en generación.

La terapia con niños víctimas de Alienación Parental severa es muy a menudo imposible mientras continúen viviendo en el hogar de la alienadora ("lavadora de cerebros"). "Hay un vínculo psicológico de naturaleza patológica entre los niños y la madre (progenitora "lavador de cerebros") que no cambiará a través de la terapia en tanto que los niños permanezcan en su hogar".

En las investigaciones se han logrado entrevistar a cientos de niños después de que el cambio de entorno tuviera lugar, pudiendo citar el siguiente testimonio de un niño como una buena muestra de los otros:

"Nunca hubiera hecho el esfuerzo para estar más tiempo con mi padre si el Juez no hubiera hecho que esto sucediera y si tú no lo hubieras sugerido. Ahora que lo hice, he conocido a mi padre. Él es una persona mucho más maravillosa de lo que nunca hubiera creído, y me di cuenta de que yo podría haber crecido sin haberle conocido a él y a sus creencias sobre la vida. Ha sido muy importante, y quiero agradecértelo (extiende su mano para estrecharla a su padre). También he aprendido que yo no lo sé todo y que debo ser muy precavido, en el futuro, con las opiniones absolutas." Estos comentarios fueron hechos por un adolescente de 17 años después de un año aproximadamente de reconciliación con su padre.

Para los padres que, literalmente, han perdido a sus hijos en los casos más severos del SAP, sus hijos han muerto. El padre llora por la pérdida de seres queridos. Sin la intervención de los tribunales el padre alienado no tiene ninguna oportunidad, pero sigue amando, desde la distancia, a sus hijos. El padre alejado compara su pesar a la producida por la muerte de un hijo. 

La única esperanza para el padre alejado es que un día, alguien, sea capaz de acercarse a su hijo y explicarle lo patológico de lo sucedido y que el niño, voluntariamente, comience a reconstruir una relación con su padre perdido.

Lavado de cerebro, programación, manipulación, cualquier término con el cual quiera ser llamado este proceso, es destructivo para el niño y para el padre o madre alienado. Ninguno será capaz de llevar una vida normal y saludable a menos que el maltrato sea interrumpido. Ver el siguiente enlace:


El denominado Síndrome de Alienación Parental (SAP) es una auténtica enfermedad mental inducida en los menores por uno de sus progenitores. Tiene como caldo de cultivo los procesos de separación y divorcio de sus padres: cuando el progenitor alienador, mediante distintas estrategias -todas perversas- transforma la conciencia de los niños con objeto de obstaculizar primero, e impedir y destruir después, sus vínculos con el otro progenitor. Un chantaje criminal cuyo fin último, además de la venganza, es obtener ventajas en el procedimiento de divorcio.

No se trata, por tanto, que con tiempo y suerte los niños maduren y que elijan libremente. Es algo mucho más grave; de una vileza insufrible, y siempre dramático y cruel. Es un trastorno mental, criminalmente provocado en el menor, que no cura el tiempo sino que lo agrava hasta destruir los vínculos afectivos con el progenitor odiado.

Y digo odiado porque eso es lo que el alienador finalmente instala en la mente del niño, de manera que cuando el proceso está concluido, el hijo, patológica e injustificadamente rechaza y odia -ya de forma autónoma- al padre alienado y a toda su familia paterna (o materna, si el alienador es el padre).




Es un lavado de cerebro criminal que trasforma al niño en un pelele en manos del progenitor alienador. Un juguete roto que desarrolla un odio patológico e infundado hacia el progenitor alienado, lo que tiene consecuencias devastadoras para su desarrollo físico y psicológico.  

Es algo realmente diabólico que llega a instalar «falsas memorias» contra el padre alienado, y que el niño asume como propias. Por ejemplo, que ha sufrido abusos sexuales o maltrato por su padre (o su madre, si la alienación es paterna). De ahí la ausencia de remordimientos en el niño, de sufrimiento o de sentimiento de culpa por su conducta con el progenitor alienado; al menos en su yo consciente. Es algo monstruoso cuya única solución, según todos los expertos, es un cambio radical de custodia en favor del padre alienado. Eso si los años de alienación y la edad del niño, o su especiales características de vulnerabilidad y dependencia emocional, no hacen que el problema ya sea irreversible. Esa es la tragedia.

Solo quienes viven el drama en carne propia pueden llegar a entender hasta qué punto el SAP es una forma especialmente abyecta de maltrato infantil -quizás la peor de todas- y también de los progenitores alienados; y sentir el inmenso dolor y el daño incalculable que este crimen produce en la salud mental y en el desarrollo psicofísico de sus hijos.

Aunque el Síndrome de Alienación Parental, como la generalidad de los delitos, son propios de la condición humana y no del sexo, ideología o condición social de quienes los perpetran, lo cierto es que por las especiales condiciones familiares y sociales en que tiene lugar el SAP, la mayoría de los progenitores alienadores son mujeres. Simple cuestión estadística: los jueces otorgan a la madre la custodia de los hijos en la inmensa mayoría de divorcios -la custodia compartida aún no es mayoritaria en la actualidad-, y sin la custodia de los hijos, sin la convivencia cotidiana, la alienación infantil resulta imposible. Cosas de nuestro decimonónico derecho de familia que, por un lado, considera a la mujer un ser indefenso y débil que necesita de una especial protección del Estado, y por otro, paradójicamente, cree que es el mejor -y único- custodio para la protección, cuidado y educación de los hijos.

Pero, con todo, lo más grave es el brutal maltrato institucional -y la absoluta indefensión- de padres e hijos alienados víctimas de un Estado presuntamente protector de la infancia, que al negar la evidencia del SAP por considerarlo un ‘invento’ machista, permite y promociona este abyecto maltrato infantil, cuyas víctimas quedan sin protección alguna.

Mientras, sus verdugos alienadores -para escarnio de la Justicia- quedan impunes. Y ello por bastardos intereses partidistas y electorales de la casta política -enquistados en la execrable ideología «de género»- y plasmados en una ley repugnante e inicua: la LIVG, ley integral de medidas contra la violencia de género, madre de todas sus derivadas perversas, con el Síndrome de Alienación Parental a la cabeza.



Aclaración conceptual y de validez del término "ALIENACIÓN PARENTAL":

En el enlace que escribo al final del texto se puede comprobar la validez de la ALIENACIÓN PARENTAL COMO término aceptado  por la OMS: 

"El término “Alienación Parental” está recogido en la Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y Problemas Relacionados con la Salud, en su Onceava Revisión (CIE-11) con el código (QE52.0)".

Y así es como técnicamente, desde criterios médicos y científicos, define la OMS el término “Alienación Parental”: «La pérdida de una relación emocionalmente cercana, la relación padre-hijo, debida a un rechazo permanente asociado a una perturbación significativa en el funcionamiento de la relación cuidador (progenitor custodio)-hijo custodiado».

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