11/12/19

46. La perversidad oculta en el relato feminista y negacionista sobre las denuncias falsas






La DENUNCIA FALSA no sólo es un término jurídico referido a las consecuencias penales y con sentencia firme sobre la persona que ha realizado una falsa acusación penal, previa querella del denunciante. Ese relato manipulador es lo que nos intentan vender desde los medios de comunicación tergiversando el significado de las palabras. 

De ahí que desde el discurso feminista, asumido por los medios de comunicación, asociaciones y políticos en el poder, se diga que solo un 0.001% de las DENUNCIAS por VIOLENCIA DE GÉNERO SON FALSAS. Pero en realidad, pensar eso sería una ingenuidad, y solo se necesita analizar los hechos y las estadísticas reales sobre este tipo de perversas denuncias de género. 

El concepto de DENUNCIA FALSA se refiere también a la REALIDAD de las falsas acusaciones de Violencia de Género, que aunque el hombre sea declarado inocente en los juzgados (por absolución, sobreseimiento o archivo), los fiscales y jueces no se atreven a investigar de oficio, obligando a los hombres falsamente acusados a denunciar, si es que quieren demostrar judicialmente la realidad de esa falsedad. 

Un perfil, el del hombre denunciado falsamente, que por el hecho de pasar por los trances policiales y judiciales de haber sido "denunciado", ya está castigado económica y psicológicamente lo suficiente para no proseguir con más litigios, en aras a conservar su salud mental y sobrevivir a los estragos financieros que causan las falsas acusaciones en los juzgados. Que normalmente no son pocas las denuncias que un mismo hombre recibe como acusado en falso. 

A los hombres que tienen la fortaleza mental para continuar el procedimiento penal -cosa a lo que la gran mayoría de varones renuncian por cansancio psicológico y estrechez económica-, les espera un largo camino de rememorar la falsedad de la acusación que sufrieron -lo cual es muy duro por ser relativo a circunstancias de maltrato físico, psicológico e incluso abusos o agresiones sexuales de la que uno es inocente- y tener que DEMOSTRARLO, para lo que se necesita mucho tiempo, dinero y salud de lo que muchos de los falsos denunciados ya carecen. Se trata de procesos judiciales enormemente dilatados en el tiempo, durante el cual se les ha denigrado en su dignidad y honor, tanto en el terreno personal como en el social y profesional. Y nadie les va a reparar ese daño sufrido. Solo quieren olvidarse de ello y pasar página.

Y en esa situación un gran porcentaje de ese 80% de denuncias de Violencia de Género donde el Hombre sale inocente -según las propias estadísticas oficiales del Consejo General del Poder Judicial- se ocultan lo que realmente son muchas de ellas: DENUNCIAS FALSAS. 

Aunque el hombre denunciado haya salido no culpable en una sentencia judicial, en la mayoría de casos esas acusaciones vertidas sobre él ya han causado el daño que perseguían causar las denunciantes: detener inmediatamente al hombre, que pase por un sucio calabozo privado de libertad aún sin pruebas y testigos de los hechos, serle eliminada la presunción de inocencia, hacerle sufrir como medio de venganza y en muchos casos incluso apartarle de sus hijos quitándole toda opción de Custodia Compartida de los mismos, con la pérdida del hogar y de gran parte de bienes materiales y económicos. 

¿Qué más da entonces su inocencia, demostrada judicialmente, si la MALTRATADORA y/o ALIENADORA por DENUNCIA FALSA ya ha conseguido sus objetivos con la denuncia falsa?.

Eso se llama PERVERSIDAD de una LEY, la de la aberrante Ley de Violencia de Género.

No hay comentarios:

Publicar un comentario