1/1/20

69. Feliz entrada de año 2020 y cambios importantes hijo mío






Ha sido un buen año, y deseo que empiece uno mejor mi querido hijo:

Sin las grandilocuencias ni las frases hechas, la simbología de este día es lo suficientemente emocionante para expresar el mejor deseo de nosotros mismos hacia las personas que queremos, hacia la sociedad con la que compartimos y hacia todo un mundo complejo en general que merece expresarles las mejores expectativas para que sea mejor, más habitable y humano.

Quiero desear lo que realmente podáis sentir, cumplir y ofrecer. No voy a desearos lo que no queréis -ni si quiera a los que me odian-, ni os deseo lo que no estáis preparados para recibir por muy bueno que sea. Quiero de corazón que seáis vosotros mismos, en las bondades y dificultades de vuestra vida. Pero sobre todo que pongáis luz y mirada a los pequeños detalles, a lo cotidiano, a los gestos, a los tonos, a esas expresiones corporales como sonrisas, miradas y olores que nos cautivan, a las pequeñas alegrías de la vida que muchas veces pasan desapercibidas, y son las que nos hacer ser de una manera constante personas, y si puede ser “buenas personas”. 

No tiene cabido ningún deseo sin salud. Imprescindible para conseguir cualquier éxito personal o profesional, y en un mundo capitalista como el que nos encontramos, tener el dinero necesario para cubrir nuestras necesidades básicas y los placeres a los que aspiramos. Y ya entraríamos en tener trabajo, el que se corresponde con nuestros esfuerzos y capacidades, así como vivir en paz y tolerancia, y un largo etcétera de valores que todos, en mayor o menor medida conocemos. 



Mi deseo particular es que mi familia -la nuclear (mi mujer y mis hijos con sus respectivas parejas) y la extensa (madre, hermana y sus respectivas parejas e hijas), y a todas las amistades sin ninguna excepción, progresen en salud y amor. Que la sociedad sea más solidaria y cercana entre sí, con la empatía suficiente para respetar la diversidad de personalidades y peculiaridades de cada persona. Y deseo de todo corazón que esta tierra nuestra se naturalice más, como ella es, ecológica y bella, bien cuidada, limpia y respetada.



Y ahora me centro en el deseo más íntimo. A nadie le extrañará que va dedicado, ¡como no!, a ti querido hijo Xavi, y es que quiero que vivas sin recordarme en el presente, que tengas amnesia en tus sentimientos presentes y futuros sobre los últimos 4 años que no nos vemos, que me dejes de considerar incluso como tu papá. Y se podrá pensar ¡que dices Javier!, ¿te estás rindiendo?. No amigos y familia, no, nunca jamás entra en mi esencia rendirme. Pero si aceptar y desear lo mejor para quien amo y amaré por siempre.

Y en mi deseo está en que Xavi comience un proceso donde desaparezca cualquier odio, miedo, incertidumbre, en lo que al menos a mí incumbe. Nada puedo hacer respecto a tu contexto alienador, hijo mío, quienes nunca cambiarán y bien al contrario se que persistirán en sus acciones de manipulación y violencia. Pero sí quiero desearte que sientas que quién fue tu padre (para mí siempre serás mi hijo) ya no existe, que no es ese ogro despiadado que se ha configurado en tu parte racional. 

Porque sé que los recuerdos de 10 años que precedieron a estos 4 últimos en que no nos vemos, son imborrables en tu esencia humana. Están bloqueados, pero viviendo de forma latente en tu corazón y en su alma, allá donde se encuentre esa esencia tan preciosa que tienes y que fue un privilegio llegar a conocer. Lo mismo digo respecto a tu hermana mayor, de la que no hablaré nada más, y de la que espero que no me recuerde ni me sienta nunca más. Y ese mismo camino es el que quiero para ti hijo mío. 

Por mi parte, seguiré siendo libre para trazar mi camino del recuerdo de un “futuro pasado”, porque es esencial en mi vida mantener esa esperanza. Así te voy a seguir viviendo. Pero lo que ahora eres y haces, no me representa ni puedo hacer nada por evitarlo o mejorarlo. No deseo saber nada de ello, y mi vida ya no colapsará nunca más por no conocer tu camino. Porque, hijo mío, tenemos que seguir viviendo y hacerlo sin toxicidades y barreras. Y, créeme, esto lo hago por amor, por un profundo amor y respeto a tu vida personal.

Os amo, a todos, a quienes comparten el viaje de mi vida y viajamos en el mismo tren, pero también incluidos a quienes no os puedo ni debo veros.



Feliz fin de año, y sobre todo una entrada al nuevo que sea igual o mejor que el anterior, pero sin duda con una nueva visión y objetivos para el futuro más inmediato.

Papá, Javier.

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