¡Ay amigo mío! mi mejor amigo durante toda mi vida. Con quién mas sonreí, quién más apoyo y cariño me dio. A quién más hice reír y quise con todo mi afecto. El que estuvo en lo bueno y en lo malo de mi vida, y yo en la suya, y siempre con palabras y actos de ánimo y esperanza.
¡No te preocupes, todo irá bien, eres fuerte, todo pasará! estas eran tus palabras siempre que algo parecía torcerse. Y me las decías porque eras un firme partidario del pensamiento positivo. Un optimista vital. Un espíritu deportista, con quién disfrutamos haciendo deporte, correr, natación, bicicleta.
Has sido mi amigo, mi mejor amigo, y contigo reí más que nunca y con nadie.
Hasta nos caímos al suelo sentados en una terraza de tanto reír. Y cuando
hablamos por teléfono, siempre llegábamos a esos momentos de risa que no
podíamos parar. Al menos pensar en ellos me reproduce una sonrisa que te dedico
mirando al cielo, allí donde estés, seguro cerca de tu madre, de la que dijiste
que sino vencías a esta enfermedad serias feliz reencontrándote con ella.
Te echo ya mucho de menos. Ayer pude verte por última vez cuando ya era el
último suspiro de tu vida aquí en la Tierra. Y hoy has partido rumbo al
infinito.
Amigo mío, allí donde estés, espérame, porque aún tenemos mucho con lo que
reírnos juntos.
Te quiero Juan Carlos.
Dejas en tu hijo de 7 años tu sangre bien fundida para el futuro.
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