6/5/22

140. Entre el amor y la guerra. A mi amigo Oleg

 


Acabo de ver y escuchar por teléfono a un hombre, un padre, erguido y fornido entre alarmas de la ciudad de Kiev (Ucrania), en la oscuridad de una guerra y desde el pleno compromiso con su patria ucraniana, cuando se despide por teléfono con una sonrisa y la humildad y sencillez de la gratitud.

Me pliego hacia él, y me da las gracias por recibir a su familia en mi hogar y hacer sonreír a sus hijos, recién venidos de un viaje desde Ucrania a Valencia, atravesando toda Europa en compañía y apoyo de mi mujer. Enaltece la figura de su mujer, protectora de la familia, mientras el se juega la vida para que puedan vivir en otra cultura, huyendo de la invasión rusa.

Sin apenas revelar su gran coraje ni sobreestimar su heroísmo, engrandece su sonrisa y muestra su mirada agradecida porque su mujer e hijos están a salvo con nuestra familia en España, y me da una lección de amor desde su respeto a Dios y a la fortuna del momento que se le concede al poder seguir viviendo.

El miedo se convierte en valor, el sentimiento de injusticia en coraje, y todo ello brilla desde el respeto y amor por quienes ayudamos a sus tesoros: sus hijos y mujer.

No me despido de ti, salvo con un hasta pronto y la convicción que algún día estarás con nosotros, y sobre todo con tu mujer y tus hijos.

Lo se "hermano" desde lo más profundo de mi ser, que vendrás a vivir a España. Que superarás los obstáculos de la invasión rusa de tu tierra, que serás afortunado en las circunstancias y dichoso en tus capacidades para sobrevivir. Y aquí te esperamos para reconstruir una nueva etapa en vuestras vidas.

Mientras luchas por tu Patria, prometo apoyarte en todo y ayudar a tu familia.

Nos vemos hermano, te quiero.

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