A ellos que muchas veces nadie les pregunta cómo están, cómo estuvo su día, si se han sentido bien, si desean conversar, si desean tiempo para descansar, si necesitan su espacio por un momento para estar a solas.
Ellos
que también desean ser admirados, valorados, respetados y reconocidos por su
mujer.
Ellos
que muchas veces en silencio guardan su tristezas, sus inseguridades, sus
frustraciones, sus inquietudes, sus miedos, sus tropiezos, su errores.
Ellos
que van por ahí siendo una máquina de trabajo, simples proveedores que nadie ve
el esfuerzo, los sacrificios, el esfuerzo que hacen para dar lo mejor en un
hogar.
Ellos
que intentan controlar sus emociones para que nadie los vea llorar, porque
crecieron en un mundo donde no debían llorar por el simple hecho de ser hombre.
Ellos
que se hacen los valientes, los fuertes, cuando posiblemente en su interior se
sienten abatidos con angustia tratando de liberarse de alguna tormenta vívida y
necesitan contención.
Ellos
que también han sufrido alguna desilusión, algún engaño, alguna infidelidad que
le ha destrozado el corazón.
Ellos
que también sienten, que necesitan ser rescatados, ser salvados, ser cuidados,
una mano que los sostenga, un hombro que les permita llorar y poder
desahogarse, un abrazo un consejo, un… te quiero, te amo, todo estará bien.
Ellos no
solo son imagen de macho recio, que todo lo soluciona, que todo el tiempo debe
trabajar.
Ellos
también son emocionalmente sensibles, desean ser aceptados, desean expresar sus
emociones, desean ser reconocidos, desean ser amados y respetados, también necesitan
de demostraciones, de detalles, ser enamorados, ser consentidos, ser mimados,
etc.
Ellos no
siempre deben dar seguridad, contención, comprometerse, ser fieles, prometer,
preocuparse de un hogar, pagar cuentas, llevar a pasear, invitar a un cine, o un
restaurante, no siempre debe ser el que lleva las flores y el que conquista, el
que toma la iniciativa en el amor.
Ellos
también necesitan...
También
tienen emociones y un corazón.
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