25/12/23

143. ADN de Papá

 

 

A veces, muchas veces, desde que partiste hacia esa otra dimensión trascendente a la vida, he pensado sobre donde estás, que harás, que sentirás. Se que parecen preguntas sin sentido para muchos, sobre todo los que no tienen un valor de espiritualidad o trascendencia vital. 

Y no me refiero a creer o pertenecer a una u otra religión. No papá. Me refiero profundizar, más allá de los dogmas, en quienes somos y hacia donde vamos, incluso después de haber vivido.

En mi caso papá, y más de una vez te lo intenté explicar -al igual que hago con mamá- no necesito a la figura descriptiva de Dios, desde sus diferentes concepciones religiosas, para tener la firme convicción personal de que somos vida pero también somos trascendencia. Que la muerte sólo es un pequeño salto desde la vida hacia una dimensión espiritual que nos transciende, y en ninguno de nuestros momentos existe la nada, sino que se produce una transformación de nuestro SER en su nivel espiritual.

Esta figura de la imagen, al lado de tu foto y unas hermosas flores que te ha puesto mamá, la ha hecho Kate. Está en tu casa y de mamá, y pronto tendré yo mismo una igual en la mía. Esa figura es algo mucho más grande que un elemento decorativo de cristal o resina. Guarda dentro de ella, en su forma de diamante, lo que nos mantiene más cerca de tu esencia: TU ADN. Donde están los secretos del ser, de tu potencial físico, cognitivo y espiritual. Ese misterio donde se resume lo que fuiste y pudiste llegar a ser. Donde se guarda el milagro de tu vida, tus perfecciones y limitaciones. Tus infinitas posibilidades de SER. Porque "la energía no se crea ni se destruye, sino se transforma", pero nuestra esencia es única.        
                         

                                             


Me produce una enorme tranquilidad saber que en ese pequeño manojo de cabello que te cortamos cuando te marcharte a tu nueva dimensión, canoso y pleno de experiencia de lo que fuiste, se guarda el potencial de tu vida y esencia. Eso es el ADN.

Hacia esa figura de diamante-resina que contiene tu cabello iré cada día para hablarte, a pedirte consejo, a contarte de mis triunfos y fracasos, de mi lucha y mis rendiciones. A compartir mi recuerdo con el tuyo; a fusionarme contigo allá donde estés desde un pedacito de tí que lo contiene TODO. Hacia allí donde algún día todos volveremos a estar juntos.

Te quiero papá.


Tu hijo, Vicente Javier.

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