29/12/23

68. Xavi, hijo mío, ¡PERDÓNAME!

 


Querido hijo Xavi,


Espero que, al recibo de esta carta, en primer lugar, te encuentres muy bien. Quizás al recibirla te sorprendas y posiblemente no quieras leer mis palabras, ni escucharme. Te comprendería, creo que después de todo lo pasado, yo también estaría igual si estuviera en tu lugar.

Pero a pesar de eso hijo mío, debo darme este tiempo, e implorar al cielo, poder lograr llegar a tu corazón, en el tiempo que sea, porque no hay tiempo para el amor por un hijo.

En primer lugar, antes de poder entrar en tema es necesario que te explique la razón y causa de esta carta.

 mejor que nadie sabes, todas las cosas que hemos vivido y que muchas han sido generadas por mi carácter. Bueno, debo confesarte, que llevo años trabajando en él, para poder sanar completamente mi alma.

Cuando ya no veía esperanza, Dios trajo a mi vida algo que realmente me hizo entrar en plena conciencia y entendimiento de lo que estuve sufriendo todos estos años, y en lo cual también arrastré a tanta gente a ese dolor, entre ellas a ti. Por eso y por gracia de Dios, mi carta está dirigida a tu persona desde esa sanidad.

En estos momentos y en la comprensión de entendimiento que hoy tengo, estoy tratando de conectar con tu esencia, con tu ser. Le hablo a través de esta carta al niño que habita en ti que fue dañado por su papá. Quién escribe no solo es el papá, sino papá cogido de la mano de Dios. Pidiendo que me perdones por todo el daño que te cause en tus primeros tiernos años. Pido perdón por haberte robado los sueños seguros que cualquier niño debería de tener, los sueños seguros de tener un hogar, y un hogar de paz.

De verdad hijo mío, ahora lo estoy comprendiendo. En ese tiempo no sabía, no tenía idea lo que era la paz, porque había crecido en un hogar en donde el patrón de conducta era la guerra, la contienda, la discusión, ante todo. De verdad cariño mío, no sabía, no tenía ni idea de cómo construir un hogar de paz con mis hijos, y por eso fui por la vida rompiéndolo todo, rompiéndote a ti.

Con todo esto, no me estoy queriendo justificar. No hijo mío, y Dios sabe que no, porque te estoy hablando desde mi más profunda verdad.

De la forma en que papá se educó y crio desde pequeño, me transformé primero en un niño rencilloso, lleno inseguridad y ególatra, el cual se convirtió en un hombre irascible, inseguro y egocéntrico, lleno de odio y un sin fin de frustraciones emocionales, las cuales no sabía de verdad como manejar. Estaba realmente enfermo psicológica y espiritualmente. Me ha costado llegar a darme cuenta y comenzar a sanarme hasta lograr ser consciente de todo ello.

que, en estos momentos, tienes muy dolido tu corazón respecto de Papá. Y se que Papá es en una importante parte responsable de ese dolor, y de todas las cosas difíciles que pudiera haber en tu vida, y también están en su origen en que no te pude tratar con el cuidado y protección que merecías, y por mucho cariño que te diese de pequeño, no fue suficiente.

Papá en aquellos tiempos de tu infancia hasta tus 10 años que pude estar contigo, e incluso en el mismo día que te arrancaron de mis brazos para llevarte a un Centro de Menores, estaba lleno de rencor hacia tu mamá. No podía entonces fluir mi amor hacia ti de la manera que necesitabas para crecer hacia una adolescencia y madurez sana.

Podrás pensar por todo lo ocurrido que soy un hombre malo, y no hijo, te estoy hablando con el alma y el corazón desnudos. Al fin pude comprender que, por casi mis 57 años, mi vida y mi corazón estaban rotos en mil pedazos. Y con todo eso, fui rompiendo todo lo que tocaba hijo mío, incluyéndote a ti y a tu madre, a quién no supe cuidar, no supe amar, no supe proteger. No supe nada hijo, no supe hacer nada bien en cuanto a lo que significaba tener una familia.

Pero a pesar de todo el dolor que en estos años vengas cargando, también tienes en tu sangre y en tu genética el amor que papá depositó en ti como ser humano. Mi ser forma parte de tu identidad. Y aunque quizás todavía no lo entiendas, con este perdón que te pido te estoy entregando la llave hacia el amor y la libertad para el resto de tu vida.

Mi alma como ser humano, y como padre, solo necesita pedirte perdón, rogarle Dios que, si es su voluntad, Él me permita en algún momento volver a ver tu rostro, hijo, y poder darte un gran abrazo, de esos abrazos que tienen el poder de cerrar todas las heridas del alma.

Mi corazón y mi alma, hasta el último día de vida que Dios me regale sobre esta tierra, estará aquí para comprenderte, apoyarte desde mi profundo amor. Y ÉL, hijo mío todo lo puede, todo.

Se que tocas el violín, que eres un chico bello y fuerte, y practicarás deporte. Reconozco en ti todos los anhelos de la juventud que yo mismo un día tuve. Sé que te sientes liberado de mí. Pero seguramente te esté pasando como a mí me pasaba a tus primeros años de juventud. Que me quería alejar de todas las personas de mi familia, y sin embargo, los llevaba cargando a cada uno de ellos en cada dolor y en cada bronca que abrigaba en mi alma. Eso es lo que pasa hijo mío, cuando no sabemos y no logramos perdonar cargamos con un peso que no tendríamos por qué cargar.

Espero que tú seas mucho más sabio que yo, y no cargues por tantos años ese dolor como yo lo cargué, y por ello pasé factura. Pero si así lo eliges, si decides no relacionarte con Papá, necesito que sepas que siempre estaré aquí esperándote con los brazos abiertos, siempre, y eso no depende de ti, mi amor, depende solo de Dios.

Liberarte físicamente de mí, con ideas erradas por estar herido, no te libera de lo que es absolutamente necesario a tu esencia. Y es que una parte de mi está en ti, por y para siempre, allá donde vayas. Llevas mi sangre, mi genética espiritual, mi herencia de tus antepasados. Y no es el apellido cariño, ni tu varonilidad o tu genética física paterna lo que llevas del papá. Se trata de algo mucho más importante, tu espiritualidad, tu herencia divina de papá, que es necesario ser sanada y que nunca podrá ser rechazada ni por ti mismo porque está dentro de ti y para siempre.

Y por eso vengo otra vez a ti, como lo haré el resto de mi vida, para pedirte PERDÓN, para mostrarte mi total apoyo sin condiciones a que crezcas como un niño sanado en tu alma, y te conviertas en el ser mayor de edad que eres por tiempo, pero no aún por condiciones. Porque necesitas integrar tu niño herido con tu adulto por construir verdaderamente y poder así cumplir la misión que viniste a cumplir a esta tierra. Hasta que no lo hagas, siempre andarás por la vida medio cojo, medio herido, medio vacío.

Te amo cariño, y como ves ya no acudo a las miles de fotografías que lo atestiguan, sino a mi interior y una energía inquebrantable de amor hacia ti. Te amo como nunca te amé, sabiendo amar, y aún desde la distancia física, porque lo hago desde la cercanía emocional y espiritual, que conlleva una energía que se apoya en nuestro Dios.

Perdona por todo lo que te hice y sobre todo por todo aquello que no supe hacer. Perdona por el dolor, la irresponsabilidad, el odio, el rencor, la ira que te trasladé. Queriéndote proteger, sin embargo, te puse al pie de los caballos, en realidad, y aunque yo pensaba de forma errada lo contrario, te estaba abandonando.

Y todo hijo necesita crecer con un padre fuerte, sabio, protector y de amor puro. Y para ello no podía apartarte de tu madre, por muy equivocada que ella estuviese, por muy mal o peor que el mío que hubiese sido su comportamiento. No podía ni debía haber usado la venganza hacia ella como excusa de amar. Al contrario, debería de haber promovido desde el amor y la concordia, la paz con tu madre y que ella se hubiese rendido a ese amor.

Porque Amar es hacerlo con paciencia, con cariño, con verdad, sin rendirse nunca a la maldad. Amar es sobre todo construir tu libertad basada en el amor de Dios. Y hasta de Dios te aparté. Pensando que así te protegía de tu madre, pero lo que en realidad conseguía era llenarte de rencor, que incluso se convirtió en odio hacia muchas personas absolutamente inocentes.

Estoy aquí para que sepas que tienes mi mano, tienes la mano de Dios, la del amor. Que no tengo prisa, que queda toda la eternidad para que reconozcas que el Amor es la vía para lograrlo todo en esta vida y en lo que nos espera más allá de este mundo.

Eres lo más precioso que jamás conocí. Precioso por ser mi hijo, por ser un ser único y especial ante los ojos de Dios.

Aquí Papá por y para siempre, una vez más y desde lo más humilde de mi corazón, vuelvo a repetir, PERDONAME HIJO MÍO, POR HABERTE CAUSADO TANTO DOLOR.

 

Te amo.

 

Papá.

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