9/1/24

147. No me juzgues por mi pasado, yo ya no vivo ahí

 


Es esperanzador y motivante saber y sentir que has cogido el camino correcto para lograr un objetivo de restaurar la salud de los hijos que aún te siguen alienados.

Es ilusionante y genera confianza saber y sentir que recorres el camino con los mejores acompañantes que comparten el tren de tu vida: tu familia.

Pero es un orgullo y un gozo saber y sentir que estas en paz contigo mismo por haber logrado el santo glial de la sanación: encontrar el sentido de tu vida.

Por ello os pido a cada uno de los que me leáis, que valoréis la posibilidad de que estas reflexiones no lleguen a vuestras vidas solo como casualidad. Algo muy bello está ocurriendo.


Sanar no es ser perfecto o dejar de tener debilidades y cometer errores. Sanar es tomar consciencia del sentido de tu vida, de la dirección de la misma hacia la conexión con el Bien Superior de la Vida, de forma que tus emociones y pasiones sean congruentes con tu pensamiento, acorde con los propósitos mas nobles del ser humano. Y en ese estado de conciencia, los errores, las confusiones, los malos entendidos, y en general cualquier desviación de lo correcto, puede ser posible, pero ya de forma consciente puedes resolverlo y tener la capacidad reactiva de que humildemente puedas pedir perdón a quien dañes y perdonar a quien te dañó. Vivir un eterno presente en esta Vida, para la esperanza de un nuevo renacer.

Por eso, os pido amigos míos que no juzguéis a nadie si no sabéis caminar con sus zapatos, tal vez ellos ya no son quienes vosotros valoráis, pues con todo merecimiento pueden haber cambiado o sin embargo están inmersos en un proceso de transformación personal. Si aún no les ha llegado su hora, tienen su tiempo para darse cuenta, y desearles que tengan la oportunidad de darle valor a sus actos de una forma mucho más noble que como antes lo hicieron. Todos merecemos una oportunidad.

 

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