Todos, absolutamente todos los grandes agravios de mi vida fueron causados, en lo que a mí responsabilidad representa, por una actitud, una decisión o una acción impaciente en momentos de dificultad o tensión.
He
aprovechado mi sabiduría en haberme equivocado tantas veces por impulsivo e
impaciente, que convertí esas experiencias en lecciones para mi vida. No fueron
castigos, ni fracasos, ni siquiera pérdidas, pues recogí lo que sembré. Lo
transforma en aprendizajes para ser una mejor persona que ahora soy con
respecto al pasado, y preparado para ser la mejor versión de mi mismo en el
presente.
Y tengo
que decir con humildad que me "autofelicito", porque a pesar de todo
lo que me ocurrió a lo largo de estos últimos tiempos, le pongo ganas a todos
los nuevos retos, sonrío, me divierto, olvido, agradezco, se pedir perdón y
perdono siempre.
Porque
amigos míos, de eso se trata: de brillar aún con el alma herida. Así que sanado
¿donde podemos llegar?.
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