TODOS
LOS DÍAS HAY ALGO QUE APRENDER, ALGO QUE PERDONAR Y MUCHAS COSAS QUE AGRADECER
Decidí a partir de hoy, y en cada momento de mi vida, darle a las personas lo mejor de mí, sin importar si lo valoran o no. Aprendí en todo mi tiempo de caminar por la vida que lo valioso no reside en la reacción de los demás o en la aceptación de lo que les ofreces, sino en la autenticidad con la que me entrego a ellos.
En este
camino de mi cambio personal profundo, comprendí que ofrecer lo que tengo en mi
interior es un regalo que trasciende las expectativas y las opiniones ajenas.
No puedo controlar cómo los demás recibirán mis acciones: mi perdón y me
agradecimiento, pero sí puedo controlar la intención y la sinceridad con las
que las realizo, y en nombre de quién las realizo.
Ya no
cargo con la responsabilidad de las reacciones de los demás, aunque estos
fueran mis hijos, porque sé que cada persona tiene su propia percepción de la
realidad, y se encuentra en un nivel de aprendizaje de su existencia diferente.
En lugar de ello, me enfoco en mantener mi corazón abierto y dispuesto a dar
sin esperar nada a cambio, para que mi alma, mi espíritu estén en paz con la
inmensidad del Amor.
Cada vez
que decido dar lo mejor de mí, mi corazón se expande, y mi alma se llena de
gratitud por la oportunidad de marcar la diferencia en la vida de alguien.
Puedo sentir cómo mi energía se transforma en una fuerza positiva que se
irradia hacia el mundo, y tengo la fe absoluta que provoca un efecto dominó de Amor
y Bondad.
Es
cierto que a veces me podré sentir decepcionado o incomprendido, pero he
aprendido a no permitir que eso me detenga. Mi propósito no es buscar
aprobación o reconocimiento externo, sino vivir en coherencia con mis valores y
principios, y estos son los de Dios.
El
verdadero regalo está en la satisfacción personal de saber que hice lo
correcto, de haber dado lo mejor de mí sin esperar nada más que la oportunidad
de hacer una pequeña diferencia en la vida de alguien más.
Así que,
hijos míos: Sara y Xavi (y por extensión a vuestras madres) seguiré dando lo
mejor de mí, sin importar si lo valorais o no. Porque al final del día, lo que
realmente importa es la paz interior que encuentro al ser fiel a mí mismo y a
mi propósito de hacer del mundo un lugar mejor. Deseo que Dios os de la
oportunidad de sentir vuestra existencia con el amor y no con el rencor.
Porque
en la abundancia de mi corazón, hablan mis acciones. Y mientras siga dando
desde ese lugar, sé que estoy en el camino correcto hacia la plenitud y la
felicidad. Y eso es lo que deseo para todos, y especialmente para vosotros.
Porque hijos míos, lo que tiene que ser será en el momento indicado, no antes,
no después.
Un
fuerte abrazo de Papá.
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