La película trata de un matrimonio con un hijo menor de edad, en proceso de divorcio. Tanto la mujer como el padre dicen querer que el divorcio repercuta lo menos posible para el hijo en común, pero llegado el momento de la verdad, la madre se lleva al menor a otro Estado engañando al padre, lo cambia de casa, lo escolariza en otro colegio, empieza a comprar el afecto del menor con regalos y le exige una pensión desorbitada al padre.
La película insinúa el funcionamiento criminal de los juzgados de familia y
la sistemática vejación de los padres en los procesos de divorcio, y digo
insinúa porque la realidad supera ampliamente la ficción.
El hombre, si quiere poder optar a la custodia compartida, se ve obligado a
abandonar su trabajo, renunciar a su empresa, mudarse a otra ciudad, alquilarse
una vivienda cerca de la madre, y forzar por todos los medios un acuerdo con su
ex-pareja para evitar llegar a juicio. Ambos progenitores se desangran
económicamente en la lucha judicial, aunque infinitamente peor parado resulta
el padre.
La película muestra la avaricia y falta de sensibilidad de los abogados de
familia, la indiferencia de los jueces y la mediocridad del sistema judicial,
la manipulación de los hijos de padres divorciados y el conflicto desigual
entre los progenitores.
Como en la mayoría de los divorcios, se repite la misma secuencia: la mujer
huye de sus problemas psicológicos responsabilizando al padre y destruyendo por
el camino a toda la familia, arrastrando a familiares y a amigos a una guerra
sin cuartel en el que los únicos perdedores son los hijos. La madre, celosa de
la relación que el menor mantiene con el padre, no duda en intentar destruirla.
(14) Resunen de la película... - Movimiento por los Derechos del Hombre | Facebook
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