Mi hijo Yuri cambia de escuela, y deja el Kung Fu para ir a practicar jiu jitsu, y progresar más en el aprendizaje de las artes marciales. Tras este cambio quiero dejar una reflexión sobre el espíritu indomable del triunfo, en uno mismo:
Después de esperar tanto, un día como cualquier otro decidí triunfar, en mi.
Decidí no esperar las oportunidades, sino buscarlas.
Decidí ver cada problema como la oportunidad de encontrar una solución.
Decidí ver cada noche como un misterio a resolver.
Decidí ver cada día como una nueva oportunidad de ser feliz.
Me dejo de importar quien ganara o perdiera; ahora me importa saberme
simplemente mejor que ayer.
Aprendí que lo difícil no es llegar a la cima, sino jamás dejar de subir.
Aprendí que el mejor triunfo es tener el derecho de llamar a alguien
"amigo" o "cariño".
Descubrí que el amor es más un simple estado de enamoramiento, es una
filosofía de vida.
Deje de ser un reflejo de mis escasos triunfos pasados y empecé a ser mi
tenue luz en este presente.
Aprendí que de nada sirve ser luz si no vas a iluminar el camino de los
demás.
Aquel día decidí cambiar muchas cosas, y aprendí que los sueños son
solamente para hacerse realidad.
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