El pasado Jueves 25 de Julio asistimos con mi familia a la entrega de medallas al mérito del Ejército entre cuyos galardonados se encontraba mi hijo mayor.
Al ver desfilar a esos jóvenes y observar el sentimiento en que lo hacían reflexioné sobre las energías opuestas que el ejército atrae en la sociedad, y llegue a una conclusión:
"Es importante recordar que la belleza y la grandeza de las personas
no radican en su perfección, sino en su autenticidad, sus experiencias, sus
virtudes y sus imperfecciones que los hacen únicos y especiales.
Al abrir nuestro corazón y mente a la diversidad y a la aceptación de las
diferencias, nos permitimos descubrir la riqueza y la profundidad de cada ser
humano. En lugar de buscar la perfección, podemos enfocarnos en valorar y
apreciar a las personas por quienes son, por sus cualidades únicas, por sus
historias y por el amor y la bondad que pueden ofrecer. Nos abrimos a la
posibilidad de experimentar conexiones auténticas, relaciones significativas y
momentos de verdadera felicidad.
Cada persona es un tesoro lleno de luz y sombras, de virtudes y defectos, y
al aceptar y amar a los demás en su totalidad, nos enriquecemos mutuamente y
creamos un mundo más hermoso y especial".
Desde esa reflexión expreso mi orgullo hacia la decisión de mi hijo de ser
y vivir como militar, y agradezco que la vida nos dé esta oportunidad de poder
compartir estas experiencias.
Enhorabuena hijo mío.
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